George es el
nombre que titula un relato que me llamó la atención. Es el último escrito de los
ejemplos tomados en Therapeutic Consultation in
Child Psychiatry, publicado en 1971 y
traducido como Clínica
psicoanalítica infantil[2] .
Allí dice: “los detalles son similares a muchos otros casos”, sin embargo,
al escucharlo, lo que nombra como “su evolución”, no le brindaba
esperanzas. Lo que continúa es contundente. Winnicott, formula que no va a poder atender al
jovencito porque, “George parecía no
existir”.
Con este conmovedor relato de su práctica concluye el
libro. La impresión es que las narraciones generosas en la mostración de una experiencia
analítica cotidiana con niños y
adolescentes, en la puesta en acto del juego del garabato, los sueños, los límites y posibilidades de una práctica
singular plagada de detalles, el libro en
su final muestra un final, cae.[3]
¿Qué (me)
transmite el relato de este “caso”? ¿Qué
formulaciones acerca de la posición de un analista nos hace escuchar?
El libro, está dedicado exclusivamente a la narración
escrita y testimonial de consultas,
nombradas como “consultas terapéuticas”. Estas no necesariamente
derivarán en un trabajo posterior. Plantean en sí una operatoria. En algunas de
ellas, donde las circunstancias que rodean al niño son adversas sugiere
evitarlas. Desde ya la distinción de aquello que plantea Winnicott como factor
adverso externo, no carece de complejidad e interés. Enuncia en la introducción que con dichos relatos no pretende “probar
nada”. Allí radica uno de los modos de
su honestidad. Lejos de una
intencionalidad anticipada, lo atraviesa un no saber de aquello que se va a
decir o producir.
Georges tiene 13 años y es llevado a la consulta en
particular por sus robos.
Desde el inicio,
en una impactante retórica “elegida”
para ese relato, nos anticipa su
conclusión: dice que George, no se puede tratar. ¿Qué lo lleva a esta
aseveración tan poco esperable en el
recorrido de las apuestas esperanzadas
que habitualmente leemos en Winnicott?
Escribe: “era
probable que no llegarían a jugar juntos”, “I would probably not find our selves playing together”, o más enigmáticamente, que él no los encontraría jugando juntos[4].
Si bien George se
mostraba con buenos modales y cortesía,
“parecía estar de alguna extraña manera ausente.” Su
manera de formar parte de la escena se acentuaba bajo la forma de la
complacencia. Si bien realizaba robos,
no tienen en la escucha Winnicott el
valor de esperanza que le adjudica a los casos destinados a la idea de deprivación. Parecen ser leídos, como robos que no se dirigen a nadie, ni
pretenden recuperar nada.
El lugar donde Winnicott ubica lo
que describe como “lo mejor” de Georges, es en su dolor de cabeza y en
el empleo de algunos ruidos.
Lo invita al juego del garabato: “desde
mi punto de vista éste (señalando un dibujo) era la aniquilación de sí mismo”,
“era como si estuviese dibujando la ilustración de su propia muerte que se
produjo después de haber nacido”
dice Winnicott usando su imaginación, frente a este muchacho que agrega “parecía no existir” (“this
boy who seemed to be non existent”) establece lo no existente.
El joven que “no conocía los sueños”, sin embargo comienza
a soñar. Aún así, no fue razón suficiente para proponer un posible
tratamiento analítico: “la falta de juego y de sentido del humor persistía”. Winnicott acentúa la
persistencia.
Historia: La familia de G. luego de la Segunda Guerra, antes del nacimiento del
niño, adoptaron, con y por la retribución subsidiada por el Estado, dos niños
huérfanos. Al quedar la madre embarazada
de Georges, retrasándose por impedimentos sociales o
médicos, la posibilidad de realizarse la interrupción del embarazo, no puede
seguir ocupándose de su actividad retributiva y decide dejar a los niños que
criaba, por un bebé que no quería tener. No se lo deseó, “he was not
wanted “dice Winnicott, sobrevivió
porque se lo apaciguó, con dulces o dinero en el medio de una incesante
gritería.[5]
Toma finalmente una decisión: “Observé que no debía implicarme en este
caso” … “ si
lo veía dos o tres veces más yo mismo estaría comprendido en sus sueños y por
lo tanto debería asumir el caso dándole un carácter prioritario y no estoy en
condiciones de hacerlo”
Winnicott asume la decisión de realizar una derivación
a lo que en el texto llama agente de libertad vigilada, poniéndolo en contacto
con Probation Officer. Enigmáticamente al finalizar el relato, cuenta: “me
sorprendió que la madre pareciera estar agradecida por algo…”
Breves
Comentarios
Es en principio el recorte de una lectura posible. En este enigmático
trayecto, relatado fragmentariamente, podemos ubicar un analista que forma parte de la escena que
transmite, como Velazquez en las Meninas, así como formamos parte de la lectura
y en aquello que se recorta, en la “puesta
en relato con su dimensión de ficción”, de lo que se lee de lo que se escribe,
de lo Real de la práctica y en lo perdido de la transmisión.
Una de las primeras preguntas: ¿está acaso con
la decisión producida signándose un
destino? ¿Se trata de resistencia en tanto resistencia del analista? ¿Se trata
de un acto?
Esa inclusión no
proviene de un saber referencial, ni el campo de la técnica “Desde un punto de vista teórico no me sería
imposible tratar a este chico”..[7] No
se trata de conceptos, se trata de los efectos del lenguaje.
En su operatoria
analítica, dicha en una clave personal,
“no estoy en condiciones de…” no constituye un Universal
En su intervención no hay apaciguamiento. Hay
marca de la diferencia y un trabajo con
las marcas de una historia y de la época.: Los acontecimientos de la Segunda
Guerra, sus efectos de catástrofe,
inciden en los cuerpos hablantes y no hablantes, en este caso, en una
ausencia de lo vivo, ausencia que
impide haya lo existente y por ende un posible encuentro analítico.
Lo que un
analista, en esta ocasión Winnicott,
escuchó sin saberlo, sostenido en
la impresión transferencial de ese
encuentro singular lo conjeturo: Continuar con las entrevistas hubiese oficiado
como la reproducción del mismo lugar que
el de una madre que siguió a su pesar un embarazo sin poder tomar una decisión. Es mi lectura de su acto.
Por otro lado
muestra, que el psicoanálisis no se
ocupa de todos ni de todo, no es una práctica de lo asistencial. Presenta
también que aquello que ocurre, es
aquello que se cifra en la contingencia de ese encuentro. Lo que sucede no es
producto ni resultado de una especialización.
Winnicott no
localiza, sino salvo apenas en el
incipiente chasquido de un ruido que no es grito o en la presencia del dolor
que arrima un lugar al cuerpo, un sitio donde se presente una posible Demanda.
Aunque no escribe que George no existe, él enuncia que parecía no existir. Si bien
el campo de la existencia implicaría que delimitemos algún concepto en juego,
es allí, paradójicamente, donde realiza una apuesta[8] y efectúa como desprendimiento, una
derivación, se deriva a otro lugar posible.
Transmitir es
querer transmitir, pero ese deseo se tropieza con lo imposible. Transmitir es
transmitir lo imposible de transmitir[9]*
* Es la
reescritura de un artículo publicado en
“Psicoanálisis y el hospital”
numero 37 bajo el titulo Transmisión hoy ayer
[1] Agradezco a Jorge Rodríguez quien hace varios años me sugirió la lectura del caso
George, y por la facilitación del texto
en su original.
[2]
¿Es uno de los ejemplos donde la traducción mejora el original? Al
respecto es interesante la conferencia de Borges “La música de las palabras y la traducción”
en Arte Poética.
[3] Es una imagen que transmitió Inés
Villalba, cuando relaté el texto al dictar una clase sobre
transmisión y caso. Podemos hacer trabajar la idea de caso en su etimología como caída, fall, drop,
[4] Comunicación personal con Moira Iglesias,
quien ubica allí en el ouerselves el nombre de un imposible, pero que no incluye, la posibilidad que se produzca un analista en el juego.
[5] La observación aguda de Winnicott, nos
trae la evocación de aquello que Lacan en su conceptualización plantea en La
conferencia de Ginebra s obre el síntoma,
1975,: “ los padres Modelan al sujeto en esa función que titulé como
simbolismo. Lo que quiere decir estrictamente no que el niño sea principio de
un símbolo, sino que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar,
no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres. Sé
que esto presenta toda suerte de variaciones y de aventuras”
[6]
puedo recordar algunos ejemplos de mi práctica, donde sería interesante pensar, el estatuto de cada No, en relación a una decisión que en
ocasiones puede implicar no atender , no continuar entrevista , no
iniciar un análisis, no dar un certificado “psi” exigido , no aceptar un
pedido de derivación a medicación ,
etc.
[7] D. Winnicott, texto citado. Continuamos preguntándonos
¿Dónde se autoriza un analista? ¿Qué quiere decir aquí en Winnicott. esta frase enigmática? “desde
un punto de vista teórico…”
[8]
¿Se trata entonces de una apuesta ligada a la noción de acto? Si suponemos allí el acto en un analista en relación a una
decisión, podemos incluir la conjetura que se pueda producir una operación
fundante en ese acto, y en tanto tal ligada a la repetición y a la marca. Hay
interesantes disertaciones al respecto en la Revista
Conjetural número 36, en especial el trabajo Una Lógica de la castración de S. Glasman
* Es la
reescritura de un artículo publicado en
“Psicoanálisis y el hospital”
numero 37 bajo el titulo Transmisión hoy ayer
[1] Agradezco a Jorge Rodríguez quien hace varios años me sugirió la lectura del caso
George, y por la facilitación del texto
en su original.
[2]
¿Es uno de los ejemplos donde la traducción mejora el original? Al
respecto es interesante la conferencia de Borges “La música de las palabras y la traducción”
en Arte Poética.
[3] Es una imagen que transmitió Inés
Villalba, cuando relaté el texto al dictar una clase sobre
transmisión y caso. Podemos hacer trabajar la idea de caso en su etimología como caída, fall, drop,
[4] Comunicación personal con Moira Iglesias,
quien ubica allí en el ouerselves el nombre de un imposible, pero que no incluye, la posibilidad que se produzca un analista en el juego.
[5] La observación aguda de Winnicott, nos
trae la evocación de aquello que Lacan en su conceptualización plantea en La
conferencia de Ginebra s obre el síntoma,
1975,: “ los padres Modelan al sujeto en esa función que titulé como
simbolismo. Lo que quiere decir estrictamente no que el niño sea principio de
un símbolo, sino que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar,
no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres. Sé
que esto presenta toda suerte de variaciones y de aventuras”
[6]
puedo recordar algunos ejemplos de mi práctica, donde sería interesante pensar, el estatuto de cada No, en relación a una decisión que en
ocasiones puede implicar no atender , no continuar entrevista , no
iniciar un análisis, no dar un certificado “psi” exigido , no aceptar un
pedido de derivación a medicación ,
etc.
[7] D. Winnicott, texto citado. Continuamos preguntándonos
¿Dónde se autoriza un analista? ¿Qué quiere decir aquí en Winnicott. esta frase enigmática? “desde
un punto de vista teórico…”
[8]
¿Se trata entonces de una apuesta ligada a la noción de acto? Si suponemos allí el acto en un analista en relación a una
decisión, podemos incluir la conjetura que se pueda producir una operación
fundante en ese acto, y en tanto tal ligada a la repetición y a la marca. Hay
interesantes disertaciones al respecto en la Revista
Conjetural número 36, en especial el trabajo Una Lógica de la castración de S. Glasman
[9]
Porge, E, Transmitir la Clínica Psicoanalítica ,
editorial Nueva Visión 2005
Muy interesantes las preguntas que promueve "Decir no". La primera que se me ocurre es la posibilidad que tiene el analista de aceptar, rechazar o mantener en suspenso y a partir de que " decide" esto. En este caso Winnicott lo hace desde ese no existir de George y a partir de alli una deseperanza del analista en cuanto no poder imaginar una superposición de zonas de juego. Se trata entonces de una apuesta, en la que el analista no está obligado, pone o no en juego su deseo.
ResponderEliminarAl respecto recuerdo que J. Fukelman en "Desorientaciones" en relación a un puber muy destructivo, expresa que decide tomarlo en tratamiento, aunque no tenia deseos de hacerlo.
Masud Khan en "Un homesexual desolador" le manifiesta a un futuro analizante:"quizás Ud se beneficiaría en un análisis, pero no veo en que me beneficiaria yo, asi que no creo que lo acepte".
Digo esto porque porque decir no, o si o por ahora pueden ser modos de responder una demanda que no siempre puede ser recepcionada, pero para preservar esa posibilidad, es el analista y también la subjetividad de la persona del analista las que este debe tener en cuenta para fijar si están o no las minimas condiciones para emprender un análisis. Al respecto Winnicott decia: "Cuando el paciente tiene un revolver, el analista no puede hacer su trabajo. Gracias Cynthia