I.
Con frecuencia se supone que la propensión a “dudar” como
forma crítica de abordar la realidad es una tendencia más o menos espontánea y
normal en todo ser humano. Se suele considerar que la toma de ciertas reservas
o prevenciones contra posibles “autoengaños” en la valoración del mundo que nos
rodea es una actitud que deriva de la propia naturaleza humana, como si se
tratara de una suerte de tendencia básica que tarde o temprano evidencia -en el
planteo de ciertas dudas- la búsqueda de una aprehensión de lo real lo más
racional y objetiva posible.